La novia lució un vestido de líneas puras, romántico y con cierto aire "medieval" diseñado por Emilia Wickstead, que realzaba a la perfección su look sencillo. Somos unas defensoras del "menos es más", y creemos que la novia acertó de lleno con este vestido, de manga larga, escote tipo barco y larga cola. El escote destaca sus hombros, el cuello esbelto sin joyas, el recogido en un moño bajo y el espectacular velo de plumetti degradé.
Su ramo sigue la tendencia natural y silvestre, un ramo fresco, sencillo, con flores campestres blancas y ramitas de olivo, que le dan un aire muy andaluz y español.
Otro detalle que nos parece muy acertado: los zapatos de la novia en verde oliva, a juego con el ramo.
También los pajes iban vestidos con sencillez y toques naturales de inspiración andaluza: las coronas de flores de las niñas incluyen ramitas de olivo, el fajín que llevan todos es verde oliva, y las espardeñas acentúan el aspecto "campestre".
El lugar escogido: Ílora, pueblo de Granada donde su familia tiene una finca y la novia pasa temporadas de vacaciones. Lástima que el tiempo no acompañara, los invitados llegaron a la boda cubiertos con paraguas. La ceremonia se realizó en inglés y en español, por los ritos católico y anglicano. El convite tuvo lugar en la finca familiar Las Torres, decorada por Rocío Dávila Ponce de León (creadora del ramo de la novia también) y Lecube Deco.
La papelería para el evento destaca igualmente el ambiente andaluz: geometrías inspiradas en la Alhambra de Granada, donde los novios celebraron una fiesta el día antes de la boda, decoración de flores silvestres y ramas de olivo. Realizada artesanalmente por Stephanie Fiswhick, una verdadera obra de arte.
Las fotos están tomadas de aquí:
En estos mismos enlaces podréis ver imágenes y comentarios sobre los invitados, sus looks más o menos acertados, y cómo se volcó el pueblo en este enlace.